La prostatectomía robótica es un método quirúrgico moderno para la extirpación de la glándula prostática, que se utiliza sobre todo para tratar el cáncer de próstata. Esta técnica mínimamente invasiva utiliza asistencia robótica precisa, que proporciona al cirujano una mayor visión, precisión y control, con el objetivo de mejorar los resultados quirúrgicos y reducir los efectos secundarios.
El riesgo de impotencia tras una prostatectomía robótica depende de varios factores, como la edad, la función sexual preoperatoria, el estado general de salud, la extensión del cáncer y la técnica quirúrgica, entre otros. Uno de los factores clave es si el procedimiento realizado es "preservador del nervio" o "no preservador del nervio".
Tras una prostatectomía radical, un número significativo de hombres declaran tener dificultades de erección. Por ejemplo, el 60% de los hombres presentan disfunción eréctil (DE) 18 meses después de la operación. La fuerza de las erecciones suficientes para el coito también disminuye, y sólo el 20% declara tal capacidad a los 5 años de seguimiento.
Los 18 meses siguientes a una prostatectomía robótica son un periodo crítico para evaluar la función eréctil. Los datos muestran que durante este tiempo, hasta el 60% de los hombres pueden experimentar disfunción eréctil. Esto indica la importancia de las estrategias de apoyo y rehabilitación postoperatorias para controlar y mejorar este resultado.
A largo plazo, la tasa de disfunción eréctil sigue siendo considerable. Sólo el 20% de los hombres presentan erecciones suficientemente fuertes para mantener relaciones sexuales a los 5 años de la intervención, lo que demuestra el impacto duradero de la prostatectomía en la función sexual.
Los hombres que tienen una función sexual normal antes de recibir tratamiento para el cáncer de próstata precoz tienen más probabilidades de recuperar la función eréctil y disfrutar de una vida sexual satisfactoria después de la operación. Sin embargo, es importante tener en cuenta que esta recuperación suele ser gradual y puede tardar hasta un año.
Casi todos los hombres experimentarán cierta disfunción eréctil durante los primeros meses después del tratamiento del cáncer de próstata. Sin embargo, un año después del tratamiento, casi todos los hombres con nervios intactos experimentarán una mejora sustancial. Esto pone de manifiesto la importancia de preservar los nervios durante la intervención quirúrgica y las posibles ventajas de las técnicas de preservación de los nervios.
La rehabilitación peneana es un elemento clave en la recuperación de la función sexual tras la prostatectomía. Implica estrategias diseñadas para mantener el flujo sanguíneo al pene, preservar la salud del tejido y los músculos peneanos y mantenerlos oxigenados y estirados. Esto es crucial para prevenir daños a largo plazo que podrían afectar a la función eréctil.
Una de las principales causas de la disfunción eréctil tras la prostatectomía es el flujo sanguíneo deficiente al pene. Las estrategias para mantener y mejorar el flujo sanguíneo, así como para mantener la salud de los tejidos musculares, son importantes para mejorar la recuperación de la función eréctil.
Se ha demostrado que las técnicas de preservación nerviosa, cuyo objetivo es conservar los haces nerviosos a cada lado de la próstata que controlan la función sexual, presentan tasas más bajas de impotencia después del procedimiento en comparación con los procedimientos sin preservación nerviosa.
No debe subestimarse el aspecto mental y emocional de la función sexual. Antes del diagnóstico, casi el 18% de los pacientes consideraba que la función sexual era un problema. Después de la cirugía, el 75% de los pacientes declararon disfunción sexual. Esto ilustra el importante impacto del cáncer de próstata y sus tratamientos en la salud mental y la calidad de vida.
Comparativamente, entre el 25 y el 50% de los hombres que se someten a braquiterapia experimentarán disfunción eréctil, frente a casi el 50% de los hombres que reciben radiación externa estándar. Al cabo de dos años, la tasa de impotencia entre los hombres sometidos a braquiterapia era del 50%.
La recuperación precoz de la continencia se observa en el 15-20% de los hombres tras una prostatectomía, lo que implica no tener que usar compresas a las pocas semanas de la intervención.
La continencia precoz puede tener efectos positivos en la recuperación general y la calidad de vida.
Sin embargo, no todos los pacientes pueden esperarla, y los que la consiguen pueden considerarse afortunados.
Si bien es esencial conocer estas estadísticas, la trayectoria de cada paciente es única y en ella influyen numerosos factores individuales. Un tratamiento y unas estrategias de gestión eficaces, combinados con la educación y el apoyo al paciente, son fundamentales para mitigar el impacto de los tratamientos del cáncer de próstata y mejorar la calidad de vida tras la intervención.